jueves, 29 de octubre de 2009

El proyecto

Concretar la experiencia de formar nuevos lectores - escritores consiste en lograr que los niños se apropien de la práctica de la lectura y de a escritura mediante una especial organización didáctica.
El lugar ideal, real y posible es la biblioteca del aula, además de la de la Escuela. Allí acceden a libros de lectura, cuentos, diccionarios... acá leen y escuchan leer a la maestra, como así también a las abuelas que vinieron a la Escuela para leerles cuentos. Así aprendieron a leer por sí mismos.
Las niñas y los niños son los verdaderos protagonistas del proceso enseñanza- aprendizaje. Ellas y ellos se constituyen en sujetos críticos y creativos, que disponen de habilidades para dar rienda suelta a su imaginación y para aprovechar la libertad de expresión, recreando cuentos tradicionales, como este.
El pasaje del papel a la computadora lo realizaron en el gabinete de informática con la Coordinadora escolar en tecnologías.

Martha María

Ramiro

Constanza


Un día una niña llamada Caperucita, tenía una capa verde.
Por la tarde Caperucita estaba jugando a la mancha y la mamá le dijo que fuera a la casa de la abuela a llevarle pastelitos de manzana.
— Sí mamá. Dijo Caperucita.
— No te distraigas, dijo la mamá.
En el camino se encontró con el lobo y le dijo:
— ¡Hola, Caperucita!, ¿A dónde vas?
Caperucita le contestó:
— Voy a la casa de mi abuela ¿Me acompañás?
— Sí. — dijo el lobo.
Juntos llegaron a la casa de la abuelita y tomaron la merienda.

Autora: Constanza - 3°A - 2009

Christopper

Caperucita Verde y el lobo bueno

Había una niña que se llamaba Caperucita Verde. Su mamá le pidió que le diera a su abuela una torta.
Caperucita Verde se fue por el bosque y se encontró al lobo bueno.
—Hola Caperucita Verde.
—Hola lobo, querés acompañarme a la casa de mi abuela.
—Bueno.
Toc, toc...
—Hola, Caperucita Verde.
—Hola, abuela, te presento a mi amigo el lobo.
—Hola, quieren comer.
—Sí, es rica la comida señora. Gracias.

Autor: Christopper. 3° A 2009

Oriana


Caperucita Verde y el lobo

Era una chica muy obediente. Un día asumió su responsabilidad cuando la madre la mandó a que llevara unos ricos pasteles a su abuelita.
Se fue Caperucita. Iba cantando y juntando flores cuando se encontró con el lobo.
— ¿Niña que llevas ahí?- le dijo el lobo bueno.
— Pasteles para mi abuelita.
— ¡Qué rico!
— Toma esta empanada, te la regalo... — dijo Caperucita.
— ¡Gracias!
— ¿Me acompañás?
— Me encantaría.
— Pues ven. — dijo Caperucita.
— ¿Ves?, ahí está la casa de mi abuelita.
— ¡Qué linda es!
Toc, toc. Golpeó Caperucita.
— ¿Quién es?-
— Yo, Caperucita.
— Pasa.
— ¡Aayyy!
— No te asustes abuela, es un lobo bueno, no te hará daño.
La abuelita escuchó los ruidos de la panza del lobo y lo invitó a comer.
Después sacó una torta que le había sobrado y se la regaló.
El lobo se fue feliz y Caperucita se quedó a cuidar a su abuelita.

Autora: Oriana 3° A 2009

Franco

Había una vez un lobo bueno y una niña llamada Caperucita Verde que llevaba un rico pastel de papas a su abuela.
La mamá le dijo que se cuidara y que se portara bien en la casa de la abuela.
En el camino Caperucita tropezó y se cayó. Apareció el lobo y la ayudó.
La acompañó a la casa de la abuela.
Cuando llegaron, juntos comieron el pastel de papas y se sintieron contentos.

Autor: Franco 3° A - 2009

Arnold


Hace mucho tiempo había una niña que se llamaba Caperucita Verde. La llamaban así porque tenía una capa de ese color.
Un día su mamá le ordenó que le llevara unos pastelitos a su abuelita.
— Tené cuidado. — Le dijo.
Caperucita tomó en cuenta lo que su madre le había dicho.
Caperucita estaba jugando con los conejitos y vio a un lobo.
Veía que el lobo estaba hambriento y le dio un pastelito.
El lobo agradeció la comida.
— ¿A dónde vas niña? — preguntó el lobo.
— A la casa de mi abuelita.
— ¿Te puedo acompañar, Caperucita?
— Sí.
Se fueron caminando hasta llegar a la casa de la abuelita.
Tocaron la puerta y la abuelita dijo:
— Pasa.
— Hola, abuelita,
— Hola, nieta.
— Mi mamá te ha preparado unos ricos pastelitos de manzana.
— ¡Qué buen olorcito tienen!
— Sientate a la mesa, que vamos a comer.
— ¿Mi amigo también puede comer?
— Por supuesto, Caperucita.
— Gracias, señora. — dijo el lobo.
— De nada.
— Fue una deliciosa comida. — dijo el lobo.
Después de eso, el lobo se fue y nunca más volvió a aparecer por ahí.

Autor: Arnold 3° A - 2009